Me encanta esa sensación que se genera en mí cuando
consigo algo difícil. Ese subidón de adrenalina cuando aquello que parecía tan
complicado, al final, sale redondo.
Creí haberlo sentido muchas veces en mi vida: un
examen, un par de metros más en la
piscina, un trabajo que se complica… pero ninguna de esas era real.
La primera vez que sentí ese subidón, de verdad, fue el
año pasado cuando mi hija vio su pastel de cumpleaños y puso esa carita indescriptible, llena de sorpresa y alegría.
Da igual el trabajo que cueste o lo cansada que una
termine. Ese “¡Ala!” general y esas miradas emocionadas son impagables.
Prometo que seré honesta y, de a poco, iré mostrando
también todos mis intentos fallidos. Pero hoy, para empezar, quería enseñaros
mi primer triunfo.
La muñeca era el regalo prometido, y no se me ocurrió
mejor manera de envolverla que con este vestido comestible.
Sé que en las tiendas venden el pack completo para este
pastel, pero hornear un bizcocho por primera vez en este tipo de moldes me da
un poco de miedo, porque a veces queda crudo en el centro.
Así que me compliqué un poco más la tarde y preparé un bizcocho Victoria Sponge Cake en un molde redondo de unos 25cm de diámetro. Partido tres capas y relleno de
mermelada de arándanos, dulce de leche y mermelada de frambuesas respectivamente, se convirtió en la base de la falda de mi vestido…o del
vestido de la Frankie Stein…
Para darle forma a la parte superior de la falda, utilicé
un molde acanalado para brioche forrado en el interior con papel film. Preparé
dos planchas de pionono, que corté en tiras de unos 2 o 3 centímetros. Con
ellas forré el interior del molde, intercalando cada capa de pionono con el
mismo relleno de la base: mermelada de arándanos, dulce de leche y mermelada de
frambuesas.
Después de un par de horas en la nevera, se desmolda fácilmente
(¡gracias papel film!) encima del bizcocho Victoria que uso de base. Hice el
hueco en el centro para la muñeca y lo forré todo con fondant blanco.
Sólo me faltaba la muñeca.
Le quité el vestido y los accesorios, con mucho cuidado
de no perder nada (¡madre mía, la de cosas que traen!) y la envolví bien con film transparente: mi
gran aliado.
La parte superior la hice con fondant blanco igual que la
falda del vestido, le di el toque final
con detalles en glasé real color lila y blanco…y ¡tachan!
Lista mi primera victoria repostera…que acabó así:
Lamento no haber hecho fotos de todo el proceso, pero si en ese momento alguien me decía que iba a necesitar fotos para un blog, me hubiera dado un ataque de risa.
¡Hasta el próximo desafío!
Diana
Monstruosamente divina!!
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