6 de octubre de 2014

Crónica de un cumpleaños (II)

Ingredientes para una fiesta genial



_1 hija preciosa cuyo nacimiento sea motivo único y absoluto de celebración (también puede ser un hijo o más de uno, pero esa es una receta que yo, muy probablemente, no haré)
_1 madre un poco loca
_1 socia, co-bloguer y amiga impagable (a ser posible, en el mismo estado que el  ingrediente anterior)
_1 hermano talentoso, generoso y dispuesto a caricaturizar a su sobrina en una sirena capaz de atravesar el Atlántico
_1 dosis (grande) de paciencia y voluntad tamizadas junto con una pizca de imaginación, creatividad y bastante terquedad
_1 grupo de invitados adultos divertidos, colaboradores y con mucho buen rollo
_1 grupo de invitados, aproximadamente de la edad del ingrediente principal
_2 o 3 juegos diversos para entretener al ingrediente anterior (tampoco hacen falta grandes ideas porque es un ingrediente con una sorprendente capacidad de pasárselo bien)


 _Mucha comida dulce y salada para grandes y pequeños










_Bebidas varias

_Y, por último, el infaltable pastel de cumpleaños. Puede ser comprado, hecho por el segundo ingrediente, de chocolate, de dulce de leche, clásico,  temático… siempre será bien recibido.


En mi caso, dado que el cumple de mi hija coincide con la cercanía del fin del curso escolar (junio en este lado del mundo), tanto la fiesta como el pastel representan el cierre de todo un año de esfuerzos y logros. Es, a la vez, una conclusión y una promesa. Una manera de meternos en el cuerpo la energía necesaria para los retos futuros.

Este año celebrábamos logros deportivos, artísticos y personales:

En natación fuimos testigos una importante mejora gracias, en gran parte, a un profesor tan terco como mi hija y con mucho buen rollo. 



Por ello, servidora se puso manos a la obra para modelar, por primera vez, una sirena… 

que intentaba parecerse a la del dibujo.



Seguiremos practicando…











Por otro lado, el teatro como taller ha sido fundamental en la evolución personal del ingrediente nº 1, tanto para canalizar emociones, como para eliminar la timidez, ayudarla a madurar y un montón de etcéteras.



Saber que el próximo curso continuaría con esta actividad bien se merecía un pequeño telón.




 Además, yo necesitaba celebrar el aniversario de la tarde en que descubrí que madre e hija compartíamos esa capacidad de suspender la incredulidad de la que hablaba Coleridge. Fue una experiencia sublime poder disfrutar de un Shakespeare, adaptado para el público infantil con una delicadeza y un respeto a la inteligencia menuda que te emocionaba por partida doble. Recuerdo que no era la única madre que salía con el clínex en la mano comentando la maravilla que acabábamos de disfrutar. A pesar de haber leído más de una vez “El Sueño de una Noche de Verano”, nunca la había visto representada en teatro (sí en cine). Llegué al teatro con un gran miedo a la decepción que desapareció en la primera escena.

No puedo dejar de mencionar y agradecer a la gente de La Trepa, la compañía estable del Jove Teatre Regina, porque un trocito de este pastel es suyo. 



Espero que algún día repitan, para que podamos saldar esta deuda tan dulce.


Hasta el próximo cumple


Diana

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